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Farah Eltohamy
Especial para Cronkite Noticias
PHOENIX —Llega a su fin el mes de octubre, pero todavía es demasiado cálido para ser otoño. El sol brilla intensamente a través de las ventanas en las paredes rosadas del Centro Comunitario Islámico de Phoenix, donde hombres y mujeres de culturas y orígenes diferentes están en fila esperando la hora de la oración del viernes — jumu’ah, en árabe.
Adentro, el sonido del athan, la llamada de oración, resuena fuertemente. Afuera, junto a las puertas de acero intrincadas, dos voluntarias del Consejo de Relaciones Islámicas Americanas, conocido por su acrónimo en inglés, CAIR, distribuyen pequeños volantes azules a los devotos, muchos de ellos refugiados musulmanes de países del Medio Oriente y África.
Los folletos dicen: “Censo 2020, Justo y Preciso para Arizona”.
Se suponía que el censo del próximo año tendría una categoría racial nueva para quienes proceden del Medio Oriente y del Norte de África. Un grupo conocido por su siglas en inglés, “MENA” propuso la idea durante la administración del presidente Barack Obama, después de muchos años de presión por parte de los miembros de dicha comunidad, quienes buscan ser contados de una manera más precisa. Pero la idea fue descartada por la administración del presidente Donald Trump a principio del año pasado sin una explicación detallada, en favor de repetir las categorías de raza y etnia presentes en el censo del 2010.
Eso significa que muchos de los encuestados de la región se identificarán como “blancos, incluyendo los del Medio Oriente” en el Censo de 2020, como lo hicieron en cuestionarios previos. La opción parece lejos del ideal. Ocurre lo mismo al marcar la casilla que dice “blanco”, los originarios de Oriente Medio no se benefician de los privilegios que tienen las personas de piel blanca. Todavía son considerados diferentes. Todavía sufren de discriminación.
“Alguna otra raza”, una categoría general escogida por personas de muchas partes del mundo quienes no se identifican con ninguna de las otras opciones ofrecidas en los cuestionarios del censo, se ha convertido en la opción ideal para los oriundos de Oriente Medio y Norte de África que no se sienten cómodos llamándose a sí mismos “blancos”. En un país cada vez más diverso, “otra raza” se ha convertido en el tercer grupo más grande en los Estados Unidos.
Pero “otra raza” tiene sus problemas. Uno es que la popularidad de dicha categoría ha hecho cada vez más difícil identificar tendencias específicas de ciertas comunidades, en particular en cuestiones de salud que están definidas rígidamente por categorías del censo. Por ejemplo, un reporte de la Agencia de Investigación y Calidad de Salud dijo que colectar datos de salud en la comunidad Latina fue un reto porque muchos de los participantes Latinos marcan “alguna otra raza” en formularios oficiales.
Al elegir “otro” en un cuestionario del gobierno que es la base para las decisiones políticas importantes —por ejemplo, determinar cuántos representantes tendrá cada estado en el Congreso o cómo será distribuido el presupuesto federal— muchos oriundos de Oriente Medio y del Norte de África se sienten como si hubieran negado su identidad.
“Somos completamente excluidos cuando se trata de varios tipos de investigaciones en este país”, dijo Jordan Harb, 19, quien tiene herencia libanesa. “Nadie puede decir si somos específicos con lo que estamos pasando porque nadie puede seguir donde estamos”.
Desde el primer censo de 1790, se han dado muchos cambios en la manera de cómo las categorías étnicas y raciales han sido presentadas, por muchas razones. Jeremy Vetter, un profesor asociado del departamento de historia de la Universidad de Arizona, dijo que estas razones han oscilado entre “ideas cambiantes sobre raza y etnia” y el “empoderamiento de diferentes grupos y cómo ellos deben ser documentados”.
“Ha sido un proceso largo y desordenado”, dijo Vetter. “No hay una trayectoria única”.
Por ejemplo, “negro” desapareció de los formularios del censo entre los años 1930 y 1960, pero fue reincorporado en 1970 debido a la ola de orgullo racial que se sintió por el país después del Movimiento por los Derechos Civiles. “Coreano” apareció como una categoría étnica autónoma en los cuestionarios del censo de 1920 a 1940, desapareció en las dos décadas siguientes, y por fin regresó en 1970 en respuesta a un aumento en el número de inmigrantes coreanos en los Estados Unidos.
Aunque no ofrezca nuevas categorías en el cuestionario de 2020, la Oficina del Censo de E.E. U.U., por primera vez, hará los formularios disponibles en 13 idiomas, entre ellos el árabe, lo cual es ampliamente hablado en Oriente Medio y Norte de África. Eso es posible por algo que el censo hará por la primera vez en 2020: permitir a los encuestados que completen sus formularios en la red.
En una conferencia de prensa en Phoenix en el mes de octubre, Timothy Olson, director asociado de operaciones de campo de la Oficina del Censo de EE.UU., dijo que un 20 por ciento de las 900.000 personas que llenaron solicitudes para trabajar como reclutadores para el Censo 2020 hablan por lo menos una lengua aparte del inglés. La contratación de un equipo diverso es parte del esfuerzo que planean hacer para aumentar la participación de personas de color en la encuesta, dijo Olson.
“Necesitamos gente que hable los idiomas de las comunidades donde van a trabajar”, dijo.
En Arizona, la Oficina del Censo de EE.UU., se ha asociado con mezquitas para llevar su mensaje a inmigrantes de países musulmanes, entre ellos los de Oriente Medio, una de las comunidades “difíciles de contar”, en términos burocráticos, porque sus niveles de participación en el censo son mucho más bajos que los de otras comunidades.
Una razón por la que los árabe-americanos tienen baja participación en el censo es por la falta de confianza que tienen en el gobierno, dijo Suher Adi, una asociada en política del Instituto Árabe Americano, una organización no gubernamental fundada en 1985. Su miedo es que las informaciones contenidas en sus formularios del censo sean utilizadas para algún tipo de vigilancia en contra de ellos.
“Uno de los resultados de los mensajes que hemos encontrado, es que existe un miedo en confiar en el gobierno— eso es muy comprensible”, dijo Adi.
Por eso algunos grupos en la comunidad árabe-americana han lanzado sus propias campañas de divulgación. Una de las más grandes es “Yalla, Cuente Conmigo” (“yalla” en árabe significa “vámonos”), una asociación entre el Instituto Árabe Americano y el Comité Árabe Americano Contra la Discriminación, basados en Washington, D.C.
Adi dijo que una de las metas principales de la campaña es “asegurar a todos, de que los datos que la Oficina del Censo está recopilando son los datos más protegidos entre los que el gobierno recopila”. Es por eso que un recuento preciso es de gran importancia, agregó.
Ya existen discrepancias. En 2017, la Encuesta de la Comunidad Americana, una evaluación anual de la población de los Estados Unidos hecha por la Oficina del Censo de E.E. U.U., estimó que había 1.9 millones de árabes-americanos en el país. Mientras tanto, una encuesta del Instituto Árabe-Americano encontró un número mucho más grande — 3.7 millones.
(Es importante notar que, aunque todos los árabes son de Oriente Medio y del Norte de África, no todas las personas de Oriente Medio y del Norte de África son árabes.)
A pesar de estos esfuerzos, para muchas personas de Oriente Medio y del Norte de África, completar el formulario del censo de 2020 será otro ejercicio de frustración.
Por ejemplo, Usama Shami, un hombre de descendencia palestina quien es el presidente del Centro Comunitario Islámico de Phoenix, dijo que le ha costado encontrar la manera correcta de identificarse a sí mismo en los formularios del gobierno. Shami llegó a los Estados Unidos desde Kuwait en los años setenta.
En una entrevista, recordó su tiempo como estudiante universitario en Oklahoma, cuando vio a un compañero palestino ser golpeado por un estudiante blanco mientras ponía gasolina en su coche. Además, había oído hablar de un estudiante sirio quien tuvo un riñón permanentemente dañado después de que dos hombres blancos lo atacaron, aparentemente sin razón.
Shami dijo que le tiraron botellas de cerveza mientras caminaba a una bodega.
Cada diez años en el censo, debajo de la categoría “raza”, Shami escoge “blanco, incluyendo de Oriente Medio”. Pero lo que pasa es que mientras la mayoría de las personas a su alrededor lo ve a él como minoría, su clasificación en una encuesta oficial del gobierno de los Estados Unidos no refleja lo mismo.
Y para él, esto es un problema. Cuando viaja con colegas blancos, Shami dijo que casi siempre es el único en ser escogido para una segunda inspección.
“He vivido aquí por 40 años y quizá esta experiencia no moleste a otros, para mi, es un problema”, dijo Shami. “Porque siento que realmente piensan que me lo merezco. Que piensen que sí, está bien”.
Desde la década de 1930 hasta la década de 1950 los árabes en los Estados Unidos estuvieron en cortes luchando por el derecho de llamarse a sí mismos “blancos”. En aquel tiempo, emigrantes de Líbano, Siria y Palestina que buscaban la ciudadanía en los Estados Unidos enfrentaron la oposición de los nativistas (ideología que defiende a los nacidos en la propia tierra y que rechaza a extranjeros), quienes favorecieron mayores derechos para los estadounidenses blancos y nativos, según Matthew Jaber Stiffler, gerente de investigación y contenido del Museo Nacional Árabe-Americano en Dearborn, Michigan.
Muchos jueces concluyeron que personas de Oriente Medio estaban incluidas en la Ley de Inmigración de 1924, la cual prohibió la entrada de asiáticos en el país. Fue alrededor de ese tiempo, dijo Stiffler, que los árabes contrataron abogados para ayudarlos a obtener el derecho de clasificarse como “blancos”, usando dinero recaudado por su comunidad para pagar las tarifas legales.
Consiguieron lo que querían. Pero, a medida que pasaron los años, empezaron a darse cuenta de que identificarse como “blancos” no había sido su mejor opción. Empezando en la década de los ochenta, los árabe-americanos se dieron cuenta de que identificarse como “blancos” no significaba que iban a recibir el mismo trato que los angloamericanos.
Según Stifler, son estas algunas de las razones principales detrás del esfuerzo de tener su propia designación en el censo. Una otra razón es la diversidad de la región de donde vienen. Son aproximadamente 20 países que constituyen el Oriente Medio y el Norte de África, cubriendo una amplia gama de grupos étnicos, lo cual complica las preguntas sobre raza y etnicidad.
Algunos de ellos puedan pasar como blancos, pero otros no.
Samia Muraweh, 19, es ucraniana e irlandesa por parte de su madre y palestina por parte de su padre. Para ella, los dos lados son muy diferentes. Y mientras acepta completamente su identidad palestina, vacila llamarse “morena” porqué tiene piel clara.
“Pienso que mucha gente está usando el término moreno no como algo que representa un rasgo físico, sino que su ambigüedad — no soy blanca, pero tampoco no soy negra”, Muraweh dijo.
Muchos jóvenes de Oriente Medio han aceptado el término “moreno” exactamente por su ambigüedad. Para ellos, la palabra significa mucho más que el color de su piel. Denota su identidad.
Como Muraweh, Jordan Harb puede pasar como blanco porque su piel también es clara. Pero este no es el caso para muchos de los parientes en el lado libanés de su familia.
“Vivo con privilegio, pero no todos los que son parte de mi familia pueden compartir este privilegio”, dijo. “Entiendo que no todos en mi familia tienes los mismos beneficios que tengo.”
Aun así, en los formularios del gobierno, Harb dijo que en general elige “otro” al clasificarse a sí mismo, ya que “blanco” no le parece correcto. Dijo que se siente como si fuera “siempre un extranjero en ambos lados”. Su padre tenía 10 años cuando huyó del Líbano durante la guerra civil en 1988 y se mudó a Salt Lake City, donde conoció a la madre de Harb.
“Siempre me costó mucho encajar en una categoría porque no me siento suficientemente árabe”, dijo Harb. “Pero tampoco me siento suficientemente blanco para sentirme como si fuera parte de la familia de mi madre”.
Para Eslam Hag y Maie Elkeshky, una pareja de Egipto, la cuestión racial es igualmente complicada, pero por otras razones. Hag, de 37 años, tiene una piel demasiado oscura para que pueda pasar por blanco. Elkeshky, de 36 años, tiene un tono de piel más clara que su marido, pero, dijo que no se siente bien en llamarse a sí misma de “blanca”.
Desde que se mudaron a los Estados Unidos en 2005, a menudo han seleccionado “otro” cuando “otro” es una opción. Cuando no lo es, su próxima opción es “blanco, incluyendo Oriente Medio”, a pesar de que ambos dicen que “blanco” no representa con precisión su identidad egipcia.
Si Hag pudiera elegir, se identificaría como “árabe y egipcio”, dijo. A veces selecciona afroamericano en formularios gubernamentales; del lado de su padre, es nubio, el pueblo indígena del sur de Egipto y Sudán.
“En términos de color de piel o a lo que pertenezco, me siento más africano. Si voy a ser identificado por una raza, me parezco a los afroamericanos”, Hag dijo.
Para Elkeshky, encontrar una categoría más adecuada para los de Oriente Medio y los del Norte de África es importante, no tanto para darle a ella y a su marido una manera más adecuada de identificación, pero sí por sus tres hijos. En la escuela, ellos están registrados bajo diferentes categorías raciales. Elkeshky registró a sus dos hijas como blancas porque no había otra opción que le pareció adecuada, dijo. Hag registró a su hijo como negro.
“Quiero que puedan sentir que están bien representados en su comunidad o en su lugar de trabajo y no son ignorados”, dijo Elkeshky.
Abogados del Instituto Árabe-Americano han presentado una demanda para obligar al gobierno de los Estados Unidos a darles acceso a documentos internos que detallan la decisión que llevó a la exclusión de MENA como categoría en el Censo de 2020.
También presentaron un escrito de amicus curiae este año cuando el pedido hecho por la administración del presidente Trump para la inclusión de una pregunta sobre la ciudadanía en los cuestionarios del censo fue presentada a la Corte Suprema. Su argumento es que al preguntar si los encuestados son ciudadanos, corren el riesgo de afectar la participación de los árabe-americanos, además de personas de otras comunidades étnicas incluidas en la categoría MENA y otras comunidades de color.
Los abogados cuestionaron la razón por la cual el gobierno eligió de repente incluir una pregunta sobre ciudadanía en el censo y al mismo tiempo excluir la categoría MENA. Esto, a pesar de décadas de promoción y pruebas demostrando que dicha categoría promovería un recuento más preciso de los árabes en los Estados Unidos y también de otras comunidades étnicas de Oriente Medio y del Norte de África que actualmente no tienen una representación en el formulario del censo.
Adi, la asociada de política del instituto, dijo que la renuencia de la Oficina del Censo en agregar la categoría MENA al cuestionario de 2020 “pareció evidente como algo que ha sido políticamente motivado”.
Adi dijo que el Instituto Árabe Americano espera que la demanda ayude a traer un “entendimiento” de la razón por la cual la inclusión de la categoría MENA en el censo fue abandonada el año pasado “sin ninguna explicación con toda la investigación detrás de ella y la promoción interna en la oficina”.
La demanda sigue pendiente.
Mientras tanto, en el Centro de la Comunidad Islámica de Phoenix, Shami ha dado la bienvenida a voluntarios y trabajadores del censo todos los viernes, un día que los musulmanes dedican a la oración, para hablar sobre la importancia de llenar el cuestionario. En aquella tarde caliente de octubre, los voluntarios estaban distribuyendo volantes y pidiendo a las personas presentes que escribieran sus números de teléfono y direcciones de correo electrónico para que puedan recibir un recordatorio cuando los cuestionarios del censo estén disponibles.
Aunque una parte de su identidad étnica no estará representada en 2020, Shami dijo que está haciendo su parte para asegurarse de que un gran número de musulmanes participen en el censo y así hagan oír sus voces.
Y todo comienza en el edificio rosado de la mezquita, junto a los carriles del sur de la Interestatal 17, a orillas de uno de los vecindarios de más diversidad étnica y racial de Phoenix.
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